Un tropezón no es caída

Tras las derrotas de Chelsea y Leicester City, los dirigidos por Ole Gunnar Solskjaer tenían la obligación de volver a ganar como local para trepar hasta el tercer puesto del campeonato, y así estirar su buena racha, considerando que no perdían desde fines de enero.

No obstante, los chicos sabían que los visitantes estaban preparados para salir a dar pelea, teniendo en cuenta la forma en la cual suelen presionar a sus rivales, ahogándolos en los momentos de mayor tensión y forzándolos a cometer errores evitables. Por ende, cada uno de ellos estaba al tanto de que el partido no sería para nada sencillo. Y no lo fue en absoluto.

En el primer tiempo, los Red Devils entraron al encuentro algo aletargados, probablemente por el cansancio inevitable de la seguidilla de partidos aún vigente, y el apremio constante de los atacantes de Southampton, que empezaron a hacerles sentir el rigor desde el minuto uno.

Con las piernas algo adormecidas, no tardaron en sumergirse en un pequeño bache, que terminó derivando en el 1-0 de Stuart Armstrong. Porque, muchas veces, el fútbol es cruel y no perdona, así como no perdonó a Paul Pogba, que perdió la pelota cerca de la medialuna y nunca pudo recuperarla, ni recuperarse a sí mismo.

Por fortuna, cuando las cosas habían empezado a complicarse por demás, los muchachos reaccionaron al instante, tal y como lo habían hecho ante Bournemouth en este mismo estadio, convirtiendo dos goles en muy pocos minutos.

Marcus Rashford metió el empate tras un lindo movimiento de Anthony Martial, que se puso de espaldas al arco para aguantar la marca de los defensores, antes de cederle el balón a su compañero. Y el mismísimo francés terminó transformándose en protagonista al dar vuelta la historia con un verdadero golazo. La casa estaba en orden otra vez.

Pese a esta ventaja parcial, Manchester United nunca logró dominar totalmente a su adversario, así como tampoco pudo liquidar el partido. Pogba y Bruno Fernandes, que se habían soltado con notoriedad ante Brighton y Aston Villa, no tuvieron una de sus mejores noches, mientras que la defensa también sufrió algunos problemas en jugadas aéreas aisladas. Y, para colmo, el 2-2 llegó por esta vía.

Tras las lesiones de Luke Shaw y Brandon Williams, los chicos se quedaron con un hombre menos y no tuvieron más remedio que tratar de aguantar el resultado, pero la falta de piernas y la floja cobertura de Victor Lindelöf acabaron con lo que se daba, cuando el partido estaba a punto de desvanecerse.

En un intento casi cantado, Michael Obafemi superó con liviandad al sueco y encontró el fondo de la red rápidamente, provocando la alegría de Ralph Hasenhuttl y cuerpo técnico, casi como si se tratara de un déjà vu.

Para el lamento de Solskjaer y compañía, este empate dejó al equipo a un paso de Champions League, ya que Leicester aún lo supera en diferencia de gol, pese a haber tenido algunos traspiés en estos últimos días. Sin embargo, todavía quedan tres fechas en el calendario, y la cosa está para cualquiera.

Ahora, el DT deberá tomar una decisión de cara a lo que viene, teniendo en cuenta el cansancio que se notó en algunos jugadores, como Pogba y Fernandes.

Con dos choques decisivos en el horizonte, tanto él como sus dirigidos saben lo que está en juego, y no querrán tirar por la borda todo lo hecho tras el break. Por lo tanto, se espera que esta igualdad no sea tomada como una desgracia o catástrofe anunciada, ya que no lo fue en absoluto, y el plantel ha mejorado mucho.

Siempre habrá detalles que arreglar, pero este es el camino, y nadie debería olvidarse de ello.

Las opiniones expresadas en este artículo son de la autora y no necesariamente reflejan el punto de vista de Manchester United.